Sunday, November 24, 2013

12 Pasos Practicos Para Fluir.

12 pasos prácticos para fluir

“Life is a series of natural and spontaneous changes. Don’t resist them – that only creates sorrow. Let reality be reality. Let things flow naturally forward in whatever way they like.” – Lao-Tzu
Hace quizás un par de años me encontré este texto. Lo dejé ahí, “para cuando lo ocupe”. Obviamente ese momento no había llegado… o nunca fue tan oportuno como ahora.
Este año que inicia he decidido “dejar fluir”… cosa dificilísima si toman en cuenta que soy controladora y que “fluir” me parece un término tan claro como Wlkjasgt o 000´´00—d—sooo. Es decir: disparate sin sentido.
Pero ahí voy, y para ayudarme qué mejor que traducir este texto, igual aprendamos algo y el dejar fluir sea más fácil.
“Sin importar cuánta estructura le demos a nuestras vidas, cuántos buenos hábitos nos hagamos, siempre habrá cosas que no podamos controlar, y si dejamos, pueden convertirse en una gran fuente de ira, frustración y estrés.
La solución es simple: aprender cómo dejarte fluir.
“Sonríe, respira y ve despacio” Thich Nhat Hanh.
Por ejemplo, digamos que tienes una perfecta y pacífica rutina matutina. Has arreglado todo para tener buenas mañanas y hacer cosas que te brinden calma y felicidad. Y de repente, la tubería del baño se revienta y tienes que pasar la mañana completa tratando de limpiar, con todo el estrés del mundo porque se cambió tu rutina. Este hecho arruina tu día entero.
Dejar fluir 12 pasos prácticos para fluir
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No es la mejor manera de lidiar con los problemas, ¿verdad?, pero siendo honestos, la mayoría de nosotros reaccionamos de esta forma cuando tenemos un problema así, que interrumpen la forma en que nos gustan las cosas, o con personas que cambian las cosas o con la vida misma cuando no va como esperaríamos.
Dejarte fluir.
 ¿Qué es eso? Es aceptar el cambio sin enojo o frustración, es dejarte llevar, es tomar lo que te da la vida en lugar de intentar moldear la vida de la forma como tú la quieres.
“Déjate fluir con lo que sea que sucede y deja que tu mente sea libre.
Mantente en tu centro al aceptar lo que estás haciendo.
Esto es lo máximo.” Chuang Tzu.
Pero ¿cómo hacerlo?
  1. 1.Date cuenta de que no puedes controlarlo todo. Creo que todos lo sabemos, en el fondo, pero la manera en la que actuamos, sentimos y pensamos muchas veces contradice esta verdad básica. Nosotros no controlamos el universo y aún así, desearíamos poder hacerlo. Es cierto que puedes influenciar las cosas pero muchas otras están simplemente fuera de nuestro control. En el ejemplo de arriba, tú controlas tu rutina matutina, pero habrá ciertas cosas que suceden de vez en cuando (enfermedad, accidentes, llamadas telefónicas a las 5 de la mañana…) que interrumpirán tu rutina. Date cuenta que estas cosas van a pasar, no “quizá sucedan”, van a hacerlo. Hay situaciones que no están en nuestras manos y que nos afectan en cualquier aspecto de nuestras vidas y debemos aceptarlo como tal, de no ser así, viviremos constantemente frustrados. Medítalo un poco.
  2. 2.Hazte consciente. Este punto es muy importante, no puedes cambiar las cosas en tu cabeza si no estás consciente de ellas. Conviértete en observador de tus pensamientos, como un auto-evaluador. Date cuenta cuando te molestas, entonces puedes hacer algo al respecto. Un ejercicio simple sería poner rayitas en una libreta por cada vez que te enojas, por una semana. Así, poco a poco te darás más cuenta de tu ira y frustración.
  3. 3.Respira. Cuando sientas que comienzas a enojarte o frustrarte, toma aire profundamente, varias veces. Este paso es importante para calmarte y hacer el resto de los pasos de esta lista. Solo al practicarlo ya tienes un camino avanzado.
  4. 4. Toma perspectiva: si te enojas por cualquier cosa que pasa, como que el auto se descompone o los niños arruinan el microondas, y luego tomas una respiración profunda y das un paso para atrás, sentirás que estás viendo una película, deja que la cámara haga un zoom out y verás mucho más de lo que habías visto antes. Alejarse de las cosas ayuda porque te das cuenta de que en realidad no es tan importante como parecería y dejas de darles importancia. Entonces, ¿para qué enojarse?, pronto dejará de ser un asunto que valga la pena.
  5. 5.Practica. La práctica es indispensable cuando estamos aprendiendo una nueva habilidad. Es muy probable que al principio falles, que no lo hagas bien, nadie sabe al principio. La habilidad viene con la práctica. Que no te extrañe que al inicio no puedas o que falles, ¡es parte del proceso! Sigue practicando y lo lograrás.
  6. 6.Pasitos de bebé. De poco a poco lo lograrás. No pretendas convertirte en un maestro zen de la noche a la mañana, poco a poco. Enfócate en cada uno de los pasos y poco a poco lo irás haciendo todo completo de manera más intuitiva.
  7. 7.Ríe. Siempre ayuda ver las cosas de forma divertida que frustrante. Ríete ante la incompetencia, ríete de las situaciones absurdas. Se requiere de separarse de la situación para poder reírse, por lo que tienes que verla desde arriba, no desde dentro. Esa separación es magnífica, así que si puedes reírte de las cosas, has alcanzado un punto significativo. ¡Intenta reír aunque no creas que es gracioso!, poco a poco se convertirán en graciosas las situaciones.
  8. 8.Mantén un diario. De hecho, es uno de los mejores usos que puedes darle a un diario. Una vez al día trata de marcar tus rayitas y escribe sobre las situaciones, ¿por qué te molestaron?, ¿qué hiciste al respecto? ¿Funcionó? ¿Qué puedes hacer la próxima vez? Este resumen te ayudará a aprender de tu proceso.
  9. 9.Medita. Si no puedes llevar un diario, al menos haz un recuento mental de tu día. Medita, toma un baño o una taza de té, y conforme baja el estrés, examina tu día. No te frustres: ¡estás aprendiendo!
  10. 10.Date cuenta que no puedes controlar a los demás. Uy, es uno de los mayores retos. Nos frustramos con los otros porque no hacen lo que esperamos que hagan. Tal vez se trate de tus hijos, la pareja, un compañero de trabajo, el jefe, nuestra madre o el mejor amigo. Tenemos que darnos cuenta que ellos actúan conforme a su personalidad, con lo que sienten que está bien, no harán lo que nosotros desearíamos que hicieran. Tenemos que aceptar este hecho. Aceptémoslos por quien son, aceptemos lo que hacen. No es fácil, pero con la práctica lo lograrás.
  11. 11.Acepta el cambio y la imperfección. Cuando obtenemos algo que queremos, usualmente no queremos que cambie. Pero cambia. Este es un factor de vida: las cosas no permanecen inmutables. En lugar de aferrarnos a las cosas, es mejor aceptar lo que es. Aceptar que el mundo está en una evolución constante y que somos parte de ese cambio. También, en lugar de querer que las cosas sean “perfectas” (término confuso, ¿qué es algo perfecto?) hay que aceptar las cosas tal cual son, no perfectas.
  12. 12.Disfruta de la vida como un constante cambio, caótico y lleno de belleza. Retomemos la pregunta de ¿qué es perfecto? ¿“Perfecto” significa la vida y mundo ideal que habita solo en nuestras cabezas? ¿Tenemos ideales que tratamos de alcanzar en nuestro mundo? Porque eso es muy probable que nunca suceda. En cambio, tratemos de ver al mundo tan perfecto como lo es ahora: desordenado, caótico, doloroso, triste, sucio… y completamente perfecto. El mundo es hermosos justo como es. La vida no es estática, sino un fluir de cambios, nunca se queda en lo mismo, siempre se vuelve más y más desordenado y caótico, siempre hermoso.
Hay belleza en todo lo que nos rodea si lo vemos tan perfecto como es.
“Yo acepto el caos, aunque no estoy seguro de que el caos me acepte a mí.” Bob Dylan.
Extracción de http://zenhabits.net/2008/02/12-practical-steps-for-learning-to-go-with-the-flow/

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Sunday, November 3, 2013

Como hacer Meditacion Diaria



La meditación diaria

como-hacer-meditacionPosturas, respiración, frecuencia… Utilizar la fuerza mental para encontrar la paz, es más simple que lo que creemos. Pequeño compendio en siete etapas, para uso de los que quieren enterarse de cómo  practicar la meditación a diario.
Cuando el estrés nos asfixia, estamos como la montaña cuando es cercada por las nubes. Meditar es algo semejante a que sople el viento, limpie las nubes y deje ver el color azul del cielo. Teñida de poesía oriental, la metáfora es de Marc de Smedt, nuestro guía para la sesión que vamos a seguir. Periodista, escritor y director de la revista trimestral “Nuevas Llaves”, ha sido iniciado en la meditación zen por el dueño japonés Taisen Deshimaru. Comprometido en una búsqueda espiritual considera, sin embargo, que no es necesario ser religioso para meditar. En una perspectiva puramente laica, podemos, sugiere, “integrar la meditación en las prácticas de higiene diaria”. Meditar ofrece al espíritu los cuidados que habitualmente se prodiga al cuerpo: una ducha para purificarlo y gimnasia para reforzarlo.
Del zen en el tantra, del yoga en el tai-chi, las técnicas son variadas pero reposan en las mismas bases: una postura o un movimiento justo, un trabajo de respiración, una presencia atenta al instante.
Abordaremos aquí sólo la meditación inmóvil, más fácil para practicar en casa. “El ejercicio es más simple que lo que imaginamos”, asegura nuestro experto. Muchos se privan de conocer los beneficios porque colocan su listón demasiado alto. La idea no es sufrir el martirio dos horas al día en la posición del loto, sino realizar, dos o tres veces a la semana y en la postura que se puede tener, un pequeño cuarto de hora de serenidad. Practicada con regularidad, permite al “meditador” tener una mejor conciencia de sí mismo, una presencia en el mundo más armoniosa.
La palabra de orden de esta sesión será pues: “pruebe”. No procure conformarse estrictamente con lo que le es propuesto aquí. Explore su propia vía hasta encontrar la que mejor le corresponde. “El cuerpo sabe lo que necesita”, afirma Marc de Smedt, por tanto déjele encontrar el momento más propicio, la postura en la cual se sienta más cómodo, el soplo que lo regenere. Acepte buscar a tientas. No hay nada que haya que cumplir.  Es aquí y ahora.

Hacer meditación diaria 1 – Encuentre un buen momento

Todo depende de lo que espera. Podemos meditar por la mañana para comenzar el día con las mejores disposiciones; la tarde para desembarazarse de tensiones acumuladas; el mediodía para recargar las baterías a medio trayecto. Cuando se comprende bien el proceso y la respiración es consciente, podemos meditar donde quiera (en el metro, la oficina, comiendo, cocinando…), tan pronto como sienta la necesidad de hacerlo.
El ideal es escoger un momento y una duración determinados (por ejemplo antes del desayuno, durante diez minutos) y tratar de acogerse a eso. No acorte sus sesiones si se le  revelan penosas, no las prolongue cuando sean más agradables. Simplemente, sea constante.

Hacer meditación diaria 2 – Cree el entorno adecuado

Trate de meditar siempre en el mismo sitio, preferentemente en un cuarto silencioso, sentado frente a la pared. De manera general, procure evitar todo lo que podría distraer su mirada o alimentar sus pensamientos.
Puede crear una atmósfera más acogedora, instalando una alfombra, encendiendo una vela o haciendo arder incienso. Escoja ropas amplias y confortables, que repetirá en cada sesión de meditación, y no olvida quitarse los zapatos. También puede escoger un fondo musical, sin voces, discreto, para acompañarse.

Hacer meditación diaria 3 – Relájese

Antes de entrar en meditación, puede comenzar con un tiempo de relajación. Tumbado sobre la espalda, estírese, bostece. Con los ojos cerrados, respire por la nariz, con calma, profundamente. Afloje su vientre, déjelo hincharse a la inspiración y expulse el aire en la espiración. Dese cuenta de sus apoyos (talones, pantorrillas, nalgas, omóplatos, trasera del cráneo, codos, las palmas de la mano) y de su peso sobre el suelo. Concéntrese sobre sus dedos del pie, imagine cómo se despliegan, sienta sus tensiones, aflójelos.
Haga lo mismo con cada parte del cuerpo, elevando su concentración a lo largo de las piernas, riñones, desde la espalda hasta la nuca. Después bajar a lo largo de los brazos hasta los dedos. Deje sus articulaciones y sus tejidos aflojarse. Siéntase flotar. Cuando esté listo, abra los ojos y fije un punto sobre el techo, la mirada clara. Levántese.
Antes y después de la meditación, haga gassho: “junte las manos a la altura de la cara e inclínese en signo de concentración y de respeto a lo que va a hacer, o lo que acaba de hacer.

Hacer meditación diaria 4 – Escoja su postura

meditacion-diariaEn la tradición budista, generalmente meditamos en la posición del loto. Sentado en un cojín redondo y firme, cruce las piernas manteniendo las rodillas en el suelo, el pie izquierdo puesto sobre el muslo derecho y recíprocamente, las plantas de los pies giradas hacia el cielo. Es en la posición que el Buda, inmóvil como una montaña, alcanzó el despertar. Inútil hacer contorsiones si tiene falta de flexibilidad. Simplemente haga lo que la postura le permita para encontrar la disposición del espíritu: estabilidad, rectitud, apertura.
Puede también optar por el semi-loto (una de las piernas reposa en la pantorrilla de la otra), la posición de la felicidad (la planta de cada pie es insertada entre el muslo y la pantorrilla de la otra pierna), o la postura benéfica (los tobillos son devueltos bajo el pubis, las plantas de los pies una contra otra). Puede arrodillarse también sobre el cojín, sentarse en una silla sin apoyarse y los pies sobre el suelo.
En todos los casos, la espalda derecha estirando la columna vertebral. Recoja la barbilla, afloje los hombros.
Coloque sus manos contra su abdomen en la zona de energía del “hara” (tres dedos al horizontal bajo el ombligo), la espalda de la mano izquierda puesto en la palma derecha. Los pulgares, al horizontal, se ponen en contacto. Sus manos toman así la forma de un huevo, un símbolo del origen de la vida.
Al cabo de un momento, podrá sentir crispamientos. La molestia pasa a medida que los músculos se aflojan. Si no es así, cambie de postura.

Hacer meditación diaria 5 – Ajuste su mirada

En principio, los ojos entornados, la mirada puesta – sin fijar – un metro delante de sí. La idea es cerrar bastante los párpados para devolver la atención hacia la interioridad, quedando unido al mundo cercano. Para comenzar, si su mirada se  desvía sin cesar hacia un objeto o una luz, más vale cerrar los ojos. Si, al contrario, se siente próximo a la somnolencia, ábralos para recobrar su vigilia.

Hacer meditación diaria 6 – Concéntrese sobre su respiración

La respiración es, después de la postura, el segundo pilar de la meditación. La técnica del  “anapana” (“va – y viene el soplo”) recomienda concentrarse sobre las ventanas nasales, la zona triangular que se extiende del trozo de la nariz con labio superior. Simplemente se trata de darse cuenta de su respiración, dejándola ser lo que es, unas veces fluida y otras brusca, hasta que vaya más despacio y se vuelva más ligera. En el zen, la atención se apoya sobre la espiración: nos esforzamos por empujar el soplo hacia las manos y el hara, con el fin de luchar contra nuestra tendencia de sólo respirar desde lo alto de los pulmones. Difundido en el vientre, el soplo echa enérgicamente las tensiones y devuelve una sensación de armonía.
Este ejercicio de concentración sobre la respiración permite luchar contra la dispersión de los pensamientos. Al mismo tiempo que lo apacigua, enseña al espíritu a reunirse, a fortificarse.

Hacer meditación diaria 7 – Purifique su espíritu

El trabajo sobre el cuerpo, por la postura y la respiración, tiene por objeto disciplinarlo para concentrarse mejor sobre el espíritu.
“Vipassana” (la visión penetrante), una de las técnicas de los budistas más antiguos de la India, pretende, por debajo de este lado de ilusiones, encontrar la verdadera naturaleza del espíritu. Se trata de dejar los pensamientos surgir sin forzarlos, retenerlos, sin condenarlos ni aprobarlos. Conténtese con observar lo que se presenta como imágenes de una película que aparece y desaparece. Deje su parte de sombra invadir su conciencia, luego separarse. Acepte la pena, la cólera, el temor o la vergüenza. Intente sacar una enseñanza, invocando el antídoto a lo que le hace sufrir (la compasión contra el odio, la alegría contra la pena, etc.). Imprégnese. Si el ejercicio es demasiado doloroso, concéntrese de nuevo sobre su respiración hasta que su espíritu esté dispuesto a proseguir su búsqueda.

Hacer meditación diaria: Escucharse recitar

¿Los pensamientos se amontonan, se esparcen o mantienen vistas falsas? Para socavar estos procesos mentales, la tradición ” yogique ” recurre al mantras. Se trata de la recitación repetitiva, murmurada o silenciosa, de sonido (el famoso “om”)  de la fórmula consagrada (“Shri Râm, jaï Râm “). El mantra es pronunciado en la espiración más larga posible. Su carga simbólica y su potencia vibratoria contribuyen a vaciar la conciencia para dejar allí un sentimiento de paz.
La tradición zen también procura desviar el intelecto con la ayuda del koans, que es la enunciación de una paradoja o de un enigma (“el asno mira el pozo, el pozo mira el asno. No huyas”). Pero mientras que el mantras conduce a la disolución del pensamiento, el koans, al contrario, fuerza al que lo medita al cabo de su reflexión a toparse con una pared. En ambos casos, el espíritu es aliviado en su agitación diaria.
yolo-bienestar


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